Cuando hace una década el concepto de las redes sociales estaba comenzando y me lo intentaban vender yo tenia sensación de que se estaba reinventando la rueda.
– ¡Puedes hablar con tus amigos!
– ¿Para eso no existe un chat?
– ¡Publicar y comentar!
– ¿Eso no lo haces en un blog?
– ¡Y seguir todas sus publicaciones!
– ¿Eso no lo hace el RSS?
– ¡Y discutir temáticas en grupos grandes y comunidades!
– ¿Eso no lo hacen los foros?
Y es que a imagen y semejanza de los foros, había una red social para cada cosa. Viadeo o Xing para lo profesional, Minube para viajes, Wiplay para videojuegos, Tuenti para los universitarios españoles y Facebook ya rondaba por allí pero aún no tenía traducción completa al español, por lo que echaba para atrás a muchos usuarios. Todo el mundo quería tener la suya propia, y cada una de ellas tenían unas “vallas” que podían impedir el acceso a la información a usuarios no registrados. Yo simplemente asumí que se trataba del típico “producto de moda con todo en uno para usuarios perezosos”: en vez de buscar las herramientas por ti mismo o montar tu propio sitio online centrado en tus intereses, poniendo esfuerzo y mimo en la preparación y moderación, una empresa te daba todo machacadito y bien preparado para tenerte dentro de su sistema. ¡Lo de entender cómo funciona esto dejémoselo a los frikis, y la letra pequeña es demasiado larga y pasando de leersela!
Yo no empecé a encontrarles un uso real hasta que descubrí el potencial de la API (un acceso directo al contenido “en bruto”, sin interfaz de usuario) de Twitter en un trabajo académico de procesamiento de datos, que me llevó posteriormente a una oportunidad profesional. El por aquel entonces incipiente Twitter tenía (y no importa cuanto lo endulcoren con bordes redondeados: aún tiene) una interfaz de usuario horrible, y su lenguaje era muy cercano a los desarrolladores para intercambiar información concisa. Empecé a trastear con sus sistemas de una forma que se aleja de la del usuario estándar y pude desglosar mucho sobre su funcionamiento y patrones de diseño.
El diseño escueto de mensajes cortos permitían dos funcionalidades principales: compartir información (la cultura original de RT o retweet o las recomendaciones de #FF o Follow Friday y #MM o Music Monday) y facilitar el flujo de la conversación en comentarios breves como un sistema de microbloging. Esto obviamente le daba una ventaja de integración con infraestructuras ya existentes, pues si tenías un blog el tráfico seguía yendo a él, evitando que se perdiese tanto el visionado como el comentario en una tercera parte (por ejemplo, una página de Facebook o el infame AMP de Google). Además tenías un control del flujo de debate porque en tan pocos caracteres no se prestaba a conversaciones serias, quedando estas en tu sitio con tus reglas. Mi trabajo consistía en crear un sistema de recomendación de contenido. Digamos que es similar a las sugerencias de a quién seguir, pero ofreciendo contenido externo (es decir, los enlaces a web externas a la red social): me apoyaba en los contactos (información abierta) y las etiquetas de intereses que solía haber en los perfiles (ejemplo #software) para hacer un primer filtrado, y luego verificaba las fuentes antes de incluirlas para hacer sugerencias de contenido: mi sistema no tweeteaba por el usuario, yo solo le mostraba e la sugerencia y si le gustaba podía revisar el texto (solía ser el título del enlace) para después tweetarlo él mismo. Era lo que llamamos un toy project (proyecto “de juguete”: pequeño y en forma de prototipo) en el que me tomaba mi tiempo verificando enlaces y comparando el contenido obtenido de la API de Twitter y el que juntaba con RSS en Google Reader. Quizás precisamente estuve en el sitio adecuado para ver la transformación a través del código y los resultados, comparando lo que se veía por API y por interfaz.
Al principio todo producto tiene que ganar tracción e investigar el mercado a la vez que ir creciendo: de esa manera las redes de un tipo más genérico como Facebook comenzaron a expandirse y comerse a las demás hasta el punto de que muchos usuarios empezaron a confundirlas con el propio concepto de Internet. Así, un usuario complaciente pasaba a utilizarlo como única fuente para informarse en lugar de recopilar diversas fuentes externas para contrastar los datos, poniéndose en manos de su sistema y sus recomendaciones de a quién (y no qué) seguir. Con ello aparecía el concepto de líder de opinión o influencer que era quien tenía muchos seguidores, no quien generase contenido de calidad. Después llegó la búsqueda de monetización, principalmente basada en la publicidad segmentada: la posibilidad de ofrecer a los anunciantes la oportunidad de promocionar sus productos a un grupo de usuarios selecto más proclive a comprarlos, con un nivel de precisión de francotirador. El uso de publicidad para pagar costes no era nuevo: muchos servicios web se financian mediante anuncios, pero pasamos del modelo de valla publicitaria tradicional a algo hecho a medida segun quién esté delante. En cambio aquellas redes sociales se dedicaban a procesar todo el rastro de información que ibas dejando en ellas mientras utilizabas sus servicios (ejemplo, leía las cookies de tu navegador para saber dónde más habías estado y qué habías mirado allí), y los procesaba para categorizarte en diferentes grupos a lo que les sirven anuncios diferentes.
Pero claro, para obtener más datos recientes para poder vender los visionados de publicidad, estos sistemas debían intentar mantenerte navegando dentro la mayor cantidad de tiempo posible. Y allí introducimos el factor de métricas y gamificación, o crear una especie de juego competitivo y “con premios” que “te enganche”. En mi opinión estos factores son los de los que ha derivado toda la mala situación actual.
- La aplicación web y sus servicios ya no es el producto a vender, sino los datos del usuario a una tercera parte. Para poder ser más precisos al seleccionar los objetivos, la recopilación de datos debe ser continúa, por ello se hace énfasis en las métricas en interfaz para generar actitud competitiva, que lleve a invertir más tiempo en el sistema. Conozco gente que se dedica a hacer concursos de popularidad subiendo la misma foto a una red y estan pendientes de forma continua de cuál de ellos recibe más “likes”: mientras ellos revisan sus métricas el sistema puede identificar la relación entre ambos y servirles más anuncios, por lo que ellos no ganan nada tanjible, pero la empresa hace caja seguro.
- Para que el usuario esté el máximo tiempo posible se levantan vallas (por ejemplo, eliminamos el soporte RSS de xml por json, pero no implantamos el formato estándar JsonRSS), de manera que “se te obligue a estar dentro para leer”.
- Generar Fear Of Missing Out o FOMA, “mientras no estabas pasó esto”, “hace tanto que no te conectas”, para hacerte volver a entrar cuanto antes.
- La precarga de snippets en su primera versión hacía que el sistema “abriese el enlace”, luego para amañar la tipica votación sin registro de “pulsa en la opción que prefieras” bastaba con compartir el enlace en el sistema e intentar darle difusión, porque cada visionado contaba como un click.
- El contenido con más “likes” pasó a considerarse más relevante, por lo que comienzaron las prácticas de “growth hacking” no éticas. Seguidores falsos y bots que impulsan la difusión de contenido que podría no ser fidedigno y que el sistema recomendaba por tener mucha difusión e interacción, generando las ahora llamadas noticias falsas con facilidad.
- El sistema filtra (o editorializa) el flujo de contenido que llega al usuario basado en los datos que ya tiene de él, generando una burbuja de información o cámara de eco, polarizando su opinión. Esto puede llevar a aumentar la desinformación.
- El usuario puede ser utilizado como sujeto de estudio sin haber dado autorización alguna para ella, pudiendo sufrir en el proceso manipulación del estado emocional del usuario.
- Las redes indican que el contenido que se suba a ellas pasa a ser de su propiedad, por lo que podría vender fotos tuyas a una tercera parte (Zara por ejemplo ha usado fotos sin permiso de los autores para diseños de ropa que comercializa).
- Generación de cámaras de eco: si estás atento a un tipo de contenido el sistema puede dejar de ofrecerte contenido de opiniones contrarias.
- Falta de control ante actitudes abusivas: una empresa decide según su agenda qué es correcto y qué no, y no hay nada que puedas hacer al respecto.
¿Significa esto que la idea ha fracasado? No creo que la idea en sí sea el problema puesto que éstas nacieron por la necesidad de las personas de buscar conexión, especialmente si estamos lejos de nuestros círculos o aislados son una gran ayuda. El error ha sido cómo se ha retorcido todo de cara a la monetización y la tendencia de obviar toda ética hacia el usuario. Es importante evitar tener una visión simplista culpando únicamente a las empresas, pues la falta de acción y sentido crítico del usuario también tiene su parte. Además estas empresas no han inventado nada nuevo: los chats, foros, blogs y feeds de RSS existen desde hace mucho tiempo sin tanta negatividad.

Lo que sí podemos afirmar sin duda es que las redes sociales comerciales pretenden hacernos elegir entre privacidad y conveniencia para intentar mantener su estado de relevancia actual. La informática en muchos casos no es sencilla, por lo que muchos de los usuarios tiran por lo fácil frente a leer o buscar alternativas. No creo que la eliminación de las métricas que están proponiendo desde Twitter e Instagram resuelva esta situación, pues la editorialización seguirá pasando y ellos seguirán procesando nuestros datos para venderlos manteniendo el cículo vicioso. Tampoco espero unasolución mediante legislación, porque los mismos que la proponen piden excepciones para ellos en tiempos de elecciones, lo que da bastante vergüenza. La visión catastrofista de erradicarlas sólo llevaría a inventar algo similar, lo que me hace pensar que quizás necesitamos una cierta regresión: volver a una época de hackers en que las aplicaciones no se hacían con el único objetivo de monetizar, sino por utilidad y diversión, para conectar sistemas muy diversos y alejarnos de los silos: hay que volver a la web abierta. Estoy convencida de que debemos evitar la centralización por muy cómoda que resulte, en favor del uso de sistemas distribuidos que se puedan interconectar. Planteaos los orígenes del email: al pincipio los usuarios de un servicio de correo sólo podían recibir correos de usuarios de ese mismo servicio: ¿a que a día de hoy os parece ridículo y casi impensable? Pues eso mismo es lo que están haciendo Facebook, Twitter, etcétera. Con las aplicaciones de chat ha sido peor, pues por ejemplo Google Chat y Facebook Messenger inicialmente implementaban el protocolo estándar XMPP, que permitía interconectarlas o usar cualquier cliente como por ejemplo Pidgin, hasta que cambiaron el protocolo “atrapando” a sus usuarios. No, debemos buscar soluciones éticas centradas en las personas, no en la monetización de empresas, venta de productos o ego de famosetes.
Por ese motivo me interesa tanto el concepto de Fediverso creado por las redes sociales libres mediante sistemas distribuidos. Me parece que es una oportunidad de hacer las cosas bien al no tener las presiones comerciales y promoviendo el uso de un protocolo común (ActivityPub) para dar libertad de elección de plataforma (Mastodon, Friendica, Pixelfed), interfaz, cliente… Lo mismo se puede decir de matrix para chats, el “primo de zumosol” del venerable IRC: su cliente Riot.im está de camino de ser una alternativa descentralizada de slack con puentes no solo hacía él, sino hacia Gitter, Mattermost, o Google Hangouts. La diferencia está en tienes claro dónde están tus datos de conversación y puedes tener tu propio nodo con su historial guardado evitando que se pierdan aún en caso de de que un servidor de la red se caiga, lo que da más garantías de integridad y protección de datos.
Si os interesa ahondar en la búsqueda de soluciones alternativas éticas, Switching social tiene un directorio bastante interesante al respecto con varias a elegir. Lo que tengo claro es que necesitamos un cambio, pero esta vez debemos asegurarnos de que los usuarios hacen su parte de forma informada.