Hay juegos que por uno u otro motivo acaban siendo históricos. Puede que no sean de buenas a primeras especialmente espectaculares, pero incluyen algo revolucionario que nadie incluyó antes. Shenmue, lo ames o lo odies, es uno de esos. Me lo perdí en la época de Dreamcast, pues en ese soporte solo toqué el Resident Evil Code Veronica (me pareció infravalorado) y el primer Soul Calibur (en este caso el Soul Blade me tiró más), pero he tenido la posibilidad de jugar el remaster actual que contiene los 2 juegos existentes hasta la fecha en un pack. Si bien podían haberse estirado un poco más y arreglar algo más que las texturas, me centraré en lo positivo de conservar fielmente la experiencia original.
La historia no es nada del otro mundo: el padre del protagonista, propietario de una escuela de jiujitsu, es asesinado, lo que le lleva a iniciar una búsqueda de respuestas y venganza a través de un largo viaje. El primer juego es un prólogo en toda regla, presentando el origen del protagonista y cómo abandona su hogar, para comenzar con la propia historia en el segundo, que fue el juego mas caro de su época. Curiosamente me enamoré mucho más de la primera entrega, y ahora os daré mis razones.
La belleza de Shenmue está en la atención que le han dado a los pequeños detalles en la recreación de finales de los 80 y la capacidad de inmersión, para acerte sentir que “vives dentro de ese mundo”. La minuciosidad es tan tremenda que “te pierdes”: en la pseudo-simulación de tiempo real (afortunadamente el tiempo pasa algo más rápido) todos los personajes secundarios del tienen su propia rutina, historia y vida propia. ¡Por tener tienen hasta cumpleaños con celebraciones! Esa genialidad también tiene puntos negativos, como lo desesperante que puede ser esperar el autobús, o ver cómo se te agotan las pilas y obligándote a ir a la tienda a comprar un repuesto, si es que tu situación económica de adolescente te lo permite. Para conseguir ingresos extra tendrás que conseguir un trabajo a tiempo parcial que puede ser tedioso, y para mejorar las habilidades de tu personaje tendrás que entrenar, contando todo: por ejemplo puedes acerte más fuerte entrenando en el dojo (mejorando tus técnicas por repetición), pero tambuén mientras trabajas moviendo cajas en el puerto. Para orientarte la interfaz tampoco te llevará de la mano: tendrás que tirar de la brújula en tu reloj y mapas de papel (o carteles con “usted está aquí”, ¡nada de GPS ni flecha indicando el destino!). Cuentas con un cuaderno de viaje en el que tomar notas y tener un pequeño diario de viaje con las fotos que recojas u otros objetos. Otro buen detalle es que en caso de quedarte atascado tienes el personaje de la adivina en su puesto que “te leerá la fortuna”, dándote una pista de por dónde deberías seguir, por supuesto por un módico precio. Se mezclan escenas de aventura de gráfica y exploración con acción, además de una enorme cantidad de minijuegos. Hay desde recreaciones de las máquinas clásicas de Arcade de Sega, como Hang On o Afterburner con las correspondientes ROMs originales jugables, al billar oculto (Virtual Pool) o las escenas de combate (Virtual Fighter). La combinación de todo esto es que sea un juego que tomarse calma, para detenerse el tiempo que haga falta en cada sitio y simplemente disfrutar de la simulación de experiencia analógica, dejándose sorprender.
El segundo juego incluye una detallada recreación Hong Kong, pero en mi opinión peca de exceso de eventos de reacción rápida (QTEs) y contiene una secuencia tediosa en extremo con las escaleras rotas de los edificios que requieren dar vueltas y más QTEs para subir y bajar por las plantas. Me gustó, pero no creo tiene “el alma” del primero con todas las conversaciones con los amigos o la posibilidad de las llamadas telefónicas desde casa o en teléfono público (tirando de guía telefónica o apuntando tu mismo en tu cuaderno los números, ¡nada de móviles!). La música es una constante maravillosa durante toda la saga, y el detalle de la colección de cassettes genial (aunque una vez más, las pilas del reproductor te pueden jugar una mala pasada).
El tiempo obviamente le ha pasado algo de factura por los controles tanque, pero se deja manejar bastante bien una vez te acostumbras. La primera entrega verdaderamente merece el lugar de culto que ha alcanzado y ningún juego que he tocado hasta la fecha me ha generado una experiencia de mundo abierto a ese nivel. Si tenemos en cuenta que hablamos de un juego con literalmente 20 años, esto lo hace aún más espectacular. Yu Suzuki tiene mi atención de cara a la continuación de su franquicia este año tras su exitoso Kickstarter.